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Bendita María, Símbolo De Nuestra Libertad

by Rev. German Martinez

La búsqueda de la libertad ha sido una de las características más acuciantes de nuestro siglo. Hoy en muchas partes del mundo ya no se lucha por la libertad política, o incluso enconómica, excepto en algunas regiones del planeta como Africa. Sin embargo, la persona de finales del segundo milenio lucha por la libertad del espíritu encadenado por el nuevo materialismo del consumerismo, o del individualismo galopante, o de la soledad del alma, o de cualquier otra clase de esclavitud del mundo postmoderno. Como fue el caso de generaciones pasadas, María sigue siendo hoy el símbolo luminoso de la verdadera libertad.

El mes de octubre está dedicado a Mariá bajo la advocación de Nuestra Señora del Rosario que se celebra el 7 de octubre. Precisamente esta fiesta fue instituida en 1572 por el Papa Pio V para recordar la liberación de la Cristiandad en la decisiva batalla de Lepanto, cuyo triunfo fue atribuido a la Santísima Virgen. La recitación del rosario está vinculado a esta fiesta. El rosario, o recitación del Ave María, es una de las devociones más populares del Catolicismo, arraigada sobre todo en la oración familiar.

Una mirada retrospectiva a las fuentes bíblicas del Cristianismo, a la devoción a María a través de los siglos, a los santuarios marianos, y sobre todo a la figura de María como Madre de Dios en Cristo su hijo y Madre de la iglesia, nos hace vislumbrar el resplandor del símbolo de la libertad que representa la Bendita María.

María proclama la libertad del poder de Dios para la humanidad en el Magnificat. Ella puede proclamarla porque es parte de su experiencia de vida, de su maternidad mesiánica, pero sobre todo de su aceptación, su "Fiat," de la volundad de Dios. El Magnificat es una de las oraciones por excelencia de la Biblia, centrada en la gratitud por los dones recibidos de Dios y el consiguiente gozo de ser amada por él: "Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios mi Salvador, porque se ha fijado en su humilde esclava. Desde ahora me felicitarán todas las generaciones, porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí" (Lucas 1:46-49). La acción liberadora de Dios se hace presente en las vidas que aquellas personas que, como María, responden con su "Fiat," aceptación de fe, para que se cumple la volundad de Dios en sus vidas.

Muchos santuarios marianos se originaron y han constituido hasta el presente un símbolo radiante de libertad para el creyente. Eregidos prácticamente en todos los paises católicos, estos santuarios nos recuerdan el misterio de María como una figura clave en la historia de la salvación. Veamos de cerca un santuario: Nuestra Señora de Guadalupe de la ciudad de Méjico. La Virgen se aparece en la figura de una jovencita india azteca a Juan Diego, un humilde indio, en 1531. Radiante de luz, la virgencita india trae un mensaje de vida y libertad. de compasión y de amor. para el nuevo pais, un mensaje particularmente liberador para la gente humilde de ascendencia india, como Juan Diego. Desde entonces y hasta el presente, Nuestra Señora de Guadalupe ha encarnado las esperanzas de vida y libertad de los fieles de todas las Américas.

María, la mujer de fe y de oración, es una figura entrañable y fascinadora para todos los cristianos, porque es ante todo la mujer fiel que escucha la Palabra de Dios y la guarda en su corazón (Lucas 11:28), es el discípulo por excelencia, la nueva Eva que quiebra en su hijo el poder del pecado y de la muerte. Su acción privilegiada en la historia salvífica, como testimonia el Nuevo Testamento, continúa activa y presente en todos los que acuden a ella en busca de la libertad verdadera para la cual su Hijo Cristo vino al mundo. La Constitución sobre la Iglesia (No. 69) del Vaticano II expresó admirablemente el misterio de María, Madre del Salvador y Madre de la humanidad, insistiendo en la necesidad de orar insistentemente a María: "Para que ella, que estuvo presente con sus oraciones en las primicias de la Iglesia, ahora también, ensalzada en el cielo sobre todos los bienaventurados y los ángeles, en la comunión de todos los santos, interceda ante su hijo, para que las familias de todos los pueblos, tanto las que se honran con el nombre cristiano como las que aún ignoran a su salvador, sean felizmente congregadas con paz y concordia en un solo Pueblo de Dios, para gloria de la Santísima e Individual Trinidad."


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